«Crecí en
un mundo muy diferente del actual, pero, en definitiva, las situaciones
son semejantes. […] La vocación al sacerdocio surgió en mi con
naturalidad, sin grandes acontecimientos de conversión. En este camino
me ayudaron dos cosas: ya desde mi adolescencia, con la ayuda de mis
padres y del párroco, descubrí la belleza de la liturgia y siempre la he
amado, porque sentía que en ella se nos presenta la belleza divina y se
abre ante nosotros el cielo. El segundo elemento fue el descubrimiento
de la belleza del conocer, el conocer a Dios, la Sagrada Escritura,
gracias a la cual es posible introducirse en la gran aventura del
diálogo con Dios que es la teología. (leer más)
Benedicto XVI
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