«Después de la muerte de mi padre, ocurrida
en febrero de 1941, poco a poco fui tomando conciencia de mi verdadero camino.
Yo trabajaba en la fábrica y, en la medida en que lo permitía el terror de la
ocupación, cultivaba mi afición a las letras y al arte dramático. Mi vocación
sacerdotal tomó cuerpo en medio de todo esto, como un hecho interior de una
transparencia indiscutible y absoluta. Al año siguiente, en otoño, sabía que
había sido llamado. Veía claramente lo que debía abandonar y el objetivo que
debía alcanzar sin volver la vista atrás. Sería sacerdote» (leer más)
San Juan Pablo II (1920-2005)
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