1. No hace falta ser un “super”, pero sí estar con ganas de “superarse” cada día y “superar” los propios defectos.
2. Ser una persona equilibrada, que le gusta la verdad y hacer el bien a los demás.
3. Tener una inteligencia normal, con capacidad para estudios universitarios.
4. Gustarle lo relacionado con Jesucristo, su Evangelio y la Iglesia.
5. Estar dispuesto a buscar la voluntad de Dios y cumplirla.
6. Prepararse durante unos años en el Seminario, adquiriendo una base suficiente de formación humana, teológica, espiritual, pastoral y comunitaria.
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