viernes, 6 de marzo de 2015

El Seminario, corazón y futuro de la diócesis

Carta semanal del cardenal arzobispo Antonio Cañizares

"El Seminario es corazón de la diócesis". Esta frase no es ciertamente una frase retórica, ni un slogan publicitario. Refleja la realidad más propia de lo que entraña el seminario. El futuro de una diócesis, en efecto, depende en gran medida del seminario diocesano, porque es, como dijera Benedicto XV, sede "de donde se difunde la vida espiritual hacia todas las venas de la Iglesia". O dicho con otras palabras: el seminario es el lugar, el tiempo, el proceso, el método, y, sobre todo, la comunidad educativa promovida por el Obispo donde se forman los sacerdotes, que, no lo olvidemos, son siempre necesarios e imprescindibles para que exista la Iglesia, "sacramento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1).

A los sacerdotes, hombres escogidos por Dios de entre los hombres, en los que se perpetúa sacramentalmente el sacerdocio de Cristo, les son conferidos, por la unción y la imposición de las manos de la ordenación sacerdotal, el poder y la facultad de que la redención salvífica se transmita a la humanidad. Sólo ellos  entregan a Cristo mismo en persona por la celebración de la Eucaristía, sólo por ellos nos llega la gracia purificadora y reconciliadora del perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia. Como se ha escrito, si el sacerdocio "desapareciera, todavía podría seguir existiendo la fe, pero lentamente se extinguiría en una agonía implacable la riqueza espiritual antes existente en una comunidad determinada.

(Leer completa la carta)


+  Antonio, Card. Cañizares Llovera
Arzobispo de Valencia


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