La visita a las casas para bendecirlas nos permite entrar en
contacto con la cotidianeidad de la gente. Es un acto que viven en familia, en
gran familia diríamos, porque los padres e hijos casados viven cerca; incluso
tíos y primos están al lado unos de otros. Llegamos y lo primero que hacen es
ofrecernos un lugar para sentarnos. La cortesía y amabilidad son una máxima
entre estas gentes. Vienen el resto, y
nos reunimos en el centro del patio, junto a las edificaciones que suelen ser
varias, cada una con su cometido: cocina, habitaciones, trastero…
Entramos en las casas, y bendecimos sus salones y habitaciones. En
casi todas encontramos cruces y objetos religiosos. Al final, de nuevo todos
juntos, le preguntamos al cabeza de familia cómo se encuentra y cuales son las
principales “novedades” de sus familias. Muchos expresan la preocupación por la
salud y el trabajo…; algunos hablan de la falta de paz y unidad en sus
familias…; sienten también inquietud por la despreocupación que advierten en
muchos jóvenes en relación a las cosas de Dios…; como podéis advertir, no son
muy diferentes a nosotros.
Vamos recorriendo poco a poco estos
caminos, conociendo más de cerca a los habitantes de un pueblo que son en su
mayoría católicos, pero que a su vez están en minoría en un país que es
mayoritariamente musulmán. Os seguimos informando.
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